En definitiva, eso no ocurrirá, |
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con quien compartimos una taza de café hoy, tiene la mirada hacia abajo o hacia arriba, depende de donde esté su celular. Con su teléfono encendido, creyendo que está completamente conectado con todo; pero a la vez, tan desatendido(a) de todo. No le juzgaré a nadie, si no le gusta el café: Esta el té chai (té yogui), una bebida aromatizada interesante. El te dé jazmín, en especial el que es en perlas, para éste en particular, debe tomarse el tiempo y respirar profundo, antes de probarlo, su aroma puede envolverle. El té negro. El té verde. En últimas, bebida aromática, de su preferencia. Lo principal, es qué esa primera bebida de la mañana, debe ser como mínimo tibia, para que nuestro corazón endurecido por las circunstancias del día y de nuestra vida; reconozca que estamos aquí; y pese a todo, nos esforzamos en intentar romper un poco nuestras capas. A veces, meramente, tenemos que sentarnos; y percibir todo lo que está en nuestro entorno, la sonrisa de los niños, las pocas miradas cómplices que existen entre algunos. Las expresiones ya son difíciles de descifrar; pues nuestra mirada está tan perpleja en las caritas de los mensajes, qué cuando hay una real, hay un verdadero conflicto para identificarle. No vemos como los arboles crecen o cambian de estructura; cuando se visita mucho un mismo lugar, cómo se transforma todo a nuestro alrededor, entre los cambios de personas, que vienen y van. Sin darnos cuenta, es significativo el ambiente, el clima, la estructura en sí. Es decir, cuando llega otro grupo de personas a tomar algo, el ambiente cambia completamente. Se cree qué este momento, en definitiva, es para una pausa o un respiro, donde contemplar o escucharse; pero en cambio, es donde se le inundan de preguntas, tan incisivas qué termina siendo tan agobiante, a veces un tanto nauseabundo. Saber de la vida, de la profesión, qué se yo, debe tener otros espacios. Es difícil hoy en día, cuando compartimos un tiempo ¿saber qué quiere la otra persona? Ese momento no importa, si son cinco, diez o más, lo notable, es que debe ser ameno entre las partes, de lo contrario; es mejor estar sola, no digo que no se puede hablar, claro que sí, pero todo debe ser fluido y espontáneo. Les indiqué, el café me inspira; y me parece que desaprovechamos un tiempo valioso de nuestro día, al no reconocerlo; pero más que el café, es el hecho de compartir un tiempo y un espacio determinado. (pp. 15 - 17) --- Entonces, hemos alternado, por diferentes diagnósticos, qué la colectividad, ha marcado como reales, para sus semejantes. Los psicosiados. Los neuróticos Los esquizofrénicos Los histéricos Los bipolares Lo que podemos concluir, es qué nuestra sociedad, ha dejado de escucharse y a los demás. En su infinita sabiduría, entusiasmadamente, jugamos con las emociones de todos y catalogamos, cómo cuando escogemos, una pieza de ropa, en un centro comercial. Exclusivamente, nos basamos en criterios externos, sin ningún tipo de evidencia, resolvemos qué esté o cuál, es de una u otra manera, sin darnos el verdadero tiempo de reflexionar; y escuchar qué tiene qué decirnos. Usamos nuestro lenguaje, para censurar; y promovemos, prácticas deshonestas diciendo qué: José o Joaquín, tienen algo qué no les pertenece. No nos percatamos, de que al hacer esto, dañamos también a las personas, que tienen un trastorno; pues son seres humanos, al igual que nosotros, con emociones y sentimientos, con los cuáles jugamos, cuándo usamos, inadecuadamente las palabras. Así es como invadimos todo, nos apropiamos desesperadamente, por un reconocer algo; en lo que estamos, completamente equivocados. Hay días en los qué, incluso frente a un dolor físico, es difícil sobrellevar; y encontrar las fuerzas para levantarse, aun cuando tiene todo a la mano. Hay sacrificios y esfuerzos, qué cuando se valoran en un mal día, derrumban a la persona, por cómo se siente. ¿Cómo curarse? Si usamos palabras, sin un conocimiento serio; pero sí que somos conscientes, del perjuicio qué podemos causar. Los términos en psicología, no son adjetivos; y menos los trastornos, para adjudicarles a las personas, en especial, para desdeñarles. (pp. 99 – 102) |