En cambio, nuestro real y espontáneo ser |
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usa materiales tan modernos, como siete maneras, cinco compendios o seis formas de obtener las cosas. Olvidando, en función el verdadero contenido, para dejar de un lado lo que está latente. Aquello que, sin proponérselo, se acumulará en gran proporción, hasta que un día sin darse cuenta, de alguna manera aflorará o simplemente estallará. Así que ni un seudo escrito, o la mejor de las direcciones, lograrán que eviten esa catástrofe. Una reconstrucción, no se hace ni siquiera imaginable o posible. Ese día siempre está ahí con su voz atenta, a veces cálida hasta que nos ciega, con vientos helados, para hacer que nos movamos en diferentes direcciones. Lo hace para recordarnos, que ese ser en su perspicacia, es muy crédulo; y, su pluralidad se desenvuelve en todas sus facetas, para acercarnos en una vía a nosotros mismos. Por extraño que parezca, sus distintas señales, conscientes o no, marcan una situación. Donde cuesta de una manera, que nuestra fiel razón, utiliza todos los medios para reconfortarnos, a través de sus filtros. De tal modo, que elegimos cerrarnos en nosotros; con todo aquello cuyo fin sea desmarañar. Cuando finalmente ese día, empieza a perder, toda esa fuerza arrolladora que transcurre; pretende dar sentado que ha sido comprendida, aun cuando no conozcamos sus verdaderas aplicaciones. Al haber brindado su espontaneidad, aquella a la que, en ningún momento incurrimos, ni siquiera para visualizarle. Tiene la solidez a través de las cosas, que están frente a nosotros. (pp. 77 – 78) --- No se va a redimir ni menguar, un sentimiento cuando es profundo. Nada es garantía a perpetuidad, incluso ni el mejor, de los artículos, permanece inamovible en el mismo estado. Cuando hay claridad en lo irremediable; y, lo cambiante. Entre la fragilidad tangible o simbólica del ser, por más que se adopten procesos, podremos prever la complejidad del ser humano. Cuáles son las implicaciones de este criterio, no se puede forzar; nada ha de permanecer de forma invariable, ni que se quede o se quiera en igual correspondencia. Aunque haga énfasis, en la necesidad de los otros. El crecer, quizás es una posibilidad para definir lineamientos, en los cuales cada quién, se desenvuelve de acuerdo con sus etapas. Madurar es una forma de mostrar, quién es más racional vs emocional. En ese doble sentido, por el cual jugamos con las interacciones, hay una inevitable pérdida. Es comprensible, al dejarse llevar sin prevenciones ni salidas, unos suelen salir más magullados que otros en ese proceso. En este camino, tan intrincado, los significados generales, son más propios de marcar sus competencias. A lo mejor no sea exagerado expresarlo, pero aun cuando es inevitable los tropiezos, lo ruin de unos, no debemos perder la fe, ni en sí, ni en los otros. Aunque no resuelve, ni da una noción manifiesta de las cosas. Ni tan siquiera, minimizará las cicatrices, que pueden dejar las heridas causadas, ni reconocer los ¿por qué? Por temor a lo antagónico, a la suciedad o la imperfección, no se puede dejar de transitar. Ahora bien, la ruta es terriblemente revuelta. No obstante, no es un puente, a lo mejor un sendero lleno de imprecisiones, que no nos resuelve en nada. Sobre el tiempo y el espacio, en su consonancia hay una particularidad a considerar, en especial, cuando se trata de las emociones en los vínculos o en los profundos de algunos lazos afectivos. Si bien, dos partículas no se acompañan en el mismo tiempo; permite una correspondencia en el corazón de la materia, transformándolos en objetos no separables, in-distintamente del medio. (pp. 106 - 108) |